Te mire madrugada en esos momentos en que despertabas,
con tu cara de noche trasnochada y agotada,
así partiste a enfrentar a la mañana
que maldita te esperaba.
No tardaste en sentir, en abrir, heridas
de días anteriores y caer negra en la oscura insatisfacción,
pero la desolación es aquello a superar,
y las distancias son caminos,
aunque eternos, que te invitan a caminar
en senderos peligrosos y vacios,
con la luz verde y traicionera de lejanos tiempos.
En el horizonte llore, y antes también lo hice,
también y muchas veces,
recuerdo esos suicidios precisamente, madrugada,
cuando te veia, como hoy, luego de noches de vasos vacios,
de delirios redundantes y hechicería barata,
de rosas marchitas, de corazón humedos, de lágrimas,
secas, sin contenidos y tristesas bellas.
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